La consultoría de género, especialmente debido a las recientes novedades legislativas en planes de igualdad, es un sector en crecimiento y cada vez somos más los hombres que nos dedicamos profesionalmente a la implementación de las políticas de igualdad en el sector público y privado.
Sin embargo, no podemos olvidar algunas cuestiones básicas que son imprescindibles si queremos ser coherentes con nuestra profesión y las soluciones que ofrecemos:
1.- El uso de los espacios
Sabemos de sobra que ocupar el espacio público se nos da genial. Además, los espacios que se crean, por ejemplo, en la Asociación Profesional de Consultoría de Género, son proclives a la participación y al crecimiento colectivo. Y eso es maravilloso. El problema está cuando los hombres no sabemos identificar qué lugar ocupamos y aprovechamos estos espacios para acaparar los debates o imponer nuestras ideas. Ojo, no estoy diciendo que no podamos expresar nuestras ideas. Hablo de que, como consultores de género, especialistas en la materia y conocedores de las consecuencias de la socialización diferencial, quizás debamos revisarnos y evitar prácticas como tomar la palabra en primer lugar. Cuidado también con el mansplaining. Estamos en un entorno profesional. Y es una profesión que han construido y profesionalizado las mujeres. Cuidado con explicarles aquello en lo que son expertas.
2.- Sepamos el sector en el que estamos
El feminismo nos ha enseñado la importancia de hacer genealogía. ¡Hagámosla también en nuestra profesión! El sector de la consultoría de género es un sector claramente feminizado y quienes han creado, luchado y traído la excelencia desde hace décadas son las compañeras. Pongamos en valor su trabajo y convirtámoslas en nuestros referentes a la hora de trabajar. Participar del asociacionismo profesional y compartir espacios profesionales no significa tratar de masculinizar el sector. Ni mucho menos. Se trata de aprender a trabajar de otra forma, con otros códigos. Aplicando, en definitiva, el feminismo a la práctica profesional no solo hacia fuera sino también desde dentro.
3.- No pasa nada por colaborar
Rodearse de otras profesionales es muy enriquecedor y, desde mi punto de vista, indispensable. La forma ideal de hacerlo, de nuevo, para ser coherentes, es tejiendo redes profesionales, colaborando con otras compañeras en proyectos y aprendiendo mutuamente. No está mal hacer networking en asociaciones empresariales, pero hagamos crecer el sector y démosle valor mediante los proyectos conjuntos, siempre con condiciones dignas en caso de liderar el proyecto en sí y visibilizando el trabajo de la compañera o las compañeras durante el proceso, ante la clientela y en los créditos de los entregables.
4.- El tema de las masculinidades
Sin lugar a dudas, el estudio de las masculinidades y los modelos alternativos de masculinidades están en auge en la actualidad, aunque en ocasiones son cambios preliminares, superficiales y, quizás, constituyen nuevas estrategias de adaptación del patriarcado. Aquí me gustaría hacer un inciso: el feminismo puso el foco en las masculinidades, pero no todo lo relacionado con las masculinidades es feminista. Y en este respecto me pregunto: ¿se puede ser consultor de género sin haber iniciado un proceso de deconstrucción como hombre? ¿Sin hacer autocrítica? ¿Sin reconocer que, incluso por mucha deconstrucción o por muy consultores de género que seamos, seguimos cayendo en dinámicas patriarcales? En definitiva, recordemos que lo personal es político, también para nosotros, y, además, en nuestro caso, como consultores de género, eso supone dar un paso atrás o no dar un paso adelante.
5.- Ay, los 8M…
No podemos olvidarnos de que nuestro papel activo ese día supone facilitar que las compañeras ejerzan su derecho a huelga (en el caso de que sea convocada) y, como consultores, reivindicar la importancia que tiene este día. Intentemos evitar, por supuesto, realizar consultas profesionales o todo aquello que implique algo relacionado con el mundo laboral a las compañeras. Sensibilicemos también a la clientela y, en caso de que estemos en un equipo mixto, hagámosle ver el impacto que tiene que parte del equipo pare ese día. Si nos proponen dar una formación el 8 de marzo, vayamos nosotros y expliquemos por qué.
Como reflexión final
Sabiendo que hay cada vez somos más los hombres realizando, por ejemplo, planes de igualdad o en el ámbito de la coeducación, ¿por qué somos prácticamente inexistentes en el asociacionismo profesional? ¿Tendrá que ver con nuestras prácticas profesionales masculinas? ¿Vemos el sector como un negocio o realmente estamos en él por convicción y para conseguir resultados transformadores? Seguiremos reflexionando desde dentro, también dentro de la Asociación Profesional de Consultoría de Género y otras asociaciones profesionales.
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Texto: José Luis Izaguirre, consultor de género y agente de igualdad en EgaleCo Lab, S. Coop, y socio de la APGénero.
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